Los inicios de ORIRI

En el centro de Ámsterdam, los fundadores de Oriri lidiaban con el mismo problema que afecta a tantos viajeros: el jet lag. Les encantaba la emoción de descubrir nuevas culturas y paisajes, pero el agotamiento que seguía a cada vuelo mitigaba su espíritu aventurero. Decididos a resolver este problema, se embarcaron en una misión para crear un remedio que les permitiera a ellos y a los demás viajeros aterrizar en perfecto estado y listos para explorar. Tras un sinfín de horas de investigación y desarrollo, lanzaron su primer producto: un complemento para el jet lag elaborado con una tecnología diseñada para las condiciones extremas que tienen lugar a 10.000 metros de altitud. Esta tecnología se desarrolló originalmente para combatir la gran sequedad ambiental en las cabinas de los aviones, que es tres veces mayor que en el desierto del Sáhara. Su complemento se convirtió rápidamente en un producto obligado para los viajeros, ganando reputación por su eficacia a la hora de paliar la desorientación causada por los cambios de zona horaria, la circulación sanguínea deficiente y la deshidratación. Siete años más tarde, con el éxito probado de su complemento para el jet lag e inspirados por su propia afición a disfrutar de la noche, los fundadores vieron una nueva oportunidad. Advirtieron la necesidad de contar con una solución similar para las personas que disfrutan de la vida nocturna y el ejercicio intenso con la misma pasión con la que ellos disfrutaban viajando por el mundo. Aprovechando el conocimiento y la tecnología atesorados con su primer producto, desarrollaron RISE, la solución definitiva para las noches exigentes y la resaca y para una recuperación completa tras el ejercicio intenso.